LAS CUALIDADES DEL LIDER EN LA EMPRESA DEL SIGLO XXI – 2ª parte
En esta segunda parte vamos a ver otras cualidades que debe tener un verdadero líder en las empresas del Siglo XXI.
En la primera parte veíamos algunas muy importantes:
- Capacidad de decisión
- Ser un soñador incorregible.
- Es un entusiasta permanente.
- Es el primero en tomar acción.
- Siempre está en el frente de batalla.
- Es proactivo como forma de ser.
Ahora vamos a enfocarlo con otra perspectiva que aporta nuevos detalles que deben completar la personalidad y el carácter de quien quiera lidera a grupos tanto de trabajadores, o de personas en general.
Empatía: Para que un grupo de personas sienta que debe seguir a alguien, que esa persona merece la pena emularla y pisar donde pisa, debe existir una empatía manifiesta, ya que de lo contrario lo que podemos encontrar es una distancia que dificulta la identificación con sus valores y con sus acciones. Es capaz de ponerse en sus zapatos y tratar de ver el mundo desde su perspectiva para comprender mejor a la persona y no limitarse a juzgar lo que ve u oye.
Humildad: Estoy harto de ver por el mundo personajillos que se autoconsideran lideres porque mandan, y nunca mejor dicho, a un grupo de empleados, de distribuidores, o de personas en general. Tremendo error, el ego les ha derribado de lo que podría ser su liderazgo. Quizás en su día lo fueron, pero el ego se les ha inflado de tal manera que ya no sirven de ejemplo, y solo le seguirán mientras mantenga la posición de jefe ante un asalariado, y nuca como ejemplo a seguir. La humildad es una de las cualidades más difíciles de cumplir por el verdadero líder, pues debe mantenerse delante del grupo aun sabiendo que puede haber docenas, cientos o miles o millones de personas que le siguen, que le escuchan, y que hacen cualquier cosa que el diga o promocione y al mismo tiempo ser capaz de seguir siendo humilde y no sentirse superior a ninguno de ellos.
El verdadero líder es humilde independientemente de su capacidad para atraer masas que le sigan, pues sabe que es uno más, y está convencido que ir al frente de ese grupo es un privilegio y una responsabilidad ante la cual no puede dejar que el ego de ver que los demás le toman de referencia se le suba hasta sentirles inferiores por seguirles. Hay una frase que me encanta que dice que las puertas que abre el líder siempre son muy bajitas.
Actitud Mental Positiva: Ya se que es una frase muy manida desde hace décadas pero aunque he tratado de buscar un sucedáneo para cambiarla, creo que estas tres palabras son las que mejor reflejan la idea que quiero transmitir.
No se trata de ser positivo exteriormente sino interiormente. No se trata de aparentar serlo sino de convertir nuestra forma de pensar en una maquinaria que siempre piensa en positivo, que nunca se enfoca en la parte negativa, que ante las dificultades y los problemas, ve siempre la oportunidad que encierran y pone todo su esfuerzo mental en perseguir esas oportunidades. Que mientras todos los demás se deprimen y bajan su energía al encontrarse dichos problemas, el líder es capaz de ver las soluciones y contagiar a los demás de su enfoque y visión. Y la experiencia me ha demostrado que eso se puede entrenar hasta desarrollarlo.
Sabe escuchar: Oír es algo que todos nacemos sabiendo hacer, pero escuchar es algo muy diferente a pesar de que la creencia popular es que ambas cosas son lo mismo.
Un verdadero líder debe aprender a escuchar y sobretodo convertirse en un experto en que los demás sientan que son escuchados, y para ello debe practicar lo que se denomina la escucha activa, esa que se desarrolla cuando uno se preocupa e interesa de lo que le sucede a los demás.
Todos hemos tenido la experiencia en conversaciones con personas incluso con las que nunca habíamos hablado antes, y hemos podido percibir como nos escuchaba poniendo atención e interesándose por lo que le contábamos haciéndonos multitud de preguntas, y por otro lado también todos hemos pasado por la experiencia de quien al contrario que el caso anterior, hemos estado contándole algo que considerábamos importante a una persona, que nos iba diciendo “si, si, si…” pero con el convencimiento de que no nos estaba haciendo ni caso a pesar de “hacer que nos escuchaba”. La diferencia la conocemos todos, y el líder no puede permitirse el lujo de convertirse en una persona del segundo tipo.
Hace sentir valiosos a los demás: En la sociedad actual cada vez más se tiende a ir cada uno a lo suyo sin preocuparse de lo que le ocurre al resto, y eso nos lleva a una situación de aislamiento emocional que nos perjudica la autoestima y finalmente nos impide que seamos lo mejor que podríamos ser. Adicionalmente a esto, hay una especie de conciencia colectiva que nos obliga a quejarnos de todo como si de un deporte se tratara.
El líder de la sociedad de este siglo es una persona capaz de ver en cada uno una serie de cualidades que ni siquiera ellos mismos son capaces de ver. Tiene un enfoque de búsqueda constante en cada persona con la que tiene relación, para poder encontrar esas características que alabar y elogiar, y de inmediato decírselo y agradecérselo, haciendo sentir importante y valiosa a la otra persona. De esta manera logra que los demás crezcan desde dentro por el reconocimiento que han recibido y eso se valora con gratitud.
Hace tiempo leí una frase que decía que “El mayor bien que podemos hacer a una persona no es compartir nuestra riqueza con él, sino revelarle la propia riqueza que lleva dentro”.
Nunca se rinde: Y finalmente la que podríamos decir que es una de las cualidades que más sorprende es que cuando aparecen las verdaderas dificultades, y esos problemas persisten a pesar del esfuerzo hecho, y pasan los días y nadie en el grupo es capaz de ver la luz al final del túnel, el líder sigue siendo incombustible y sigue adelante. Es ese tipo de persona que no le importa cuantas veces se caiga porque siempre vuelve a levantarse apoyado en esa fe ciega que tiene en lo que hace, y pase lo que pase, NUNCA SE RINDE. Insisto, PASE LO QUE PASE, NUNCA SE RINDE. Y esa actitud es contagiosa ya que infecta de fe a los que le rodean y genera una energía nueva en donde ya solo existía el agotamiento y la desesperación.
Es capaz de poner en práctica lo que los corredores profesionales de maratón llaman “la milla extra” que es ese esfuerzo que se pone cuando las fuerzas ya se han agotado y están al borde del desfallecimiento, es una energía que no se sabe de donde sale pero que aparece cuando, solo por convencimiento personal, se pasa ese límite en el que es casi seguro que se desfallezca. Y el líder conoce esa energía que le nace como digo del convencimiento personal que tiene y que nada exterior es capaz de robarle.
Espero que todo lo que os he resumido en estos dos artículo os ayude a mejorar, a superaros, y a tener un mejor liderazgo en vuestras organizaciones, ya que cualquiera de las cualidades que he descrito pueden aprenderse y practicarse, no es necesario nacer con ellas, aunque lo que si es necesario tener es la decisión para aprenderlas y persistir hasta dominarlas, pero la mala noticia es que el verdadero dominio no llega nunca, y un líder del siglo XXI sabe que siempre podrá mejorarlas.
Por último os invito a que si no las desarrolláis todas. Al menos una sea la que os pongáis como imprescindible desde este mismo momento, y es que sigáis SOÑANDO EN GRANDE, nunca os conforméis con menos. Hasta siempre.
Etiquetas: administración del tiempo, liderazgo
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