Salimos todas las mañanas en procura del éxito, vamos al trabajo dispuestos a realizar la faena, llevamos trabajo a casa. Soñamos con ser ascendidos, con el reconocimiento de los demás.
Y no está mal, es lo normal, el trabajo dignifica, y ya que tenemos que trabajar, lo lógico es que nos guste llegar lejos, ascender, ser admirado por los demás, dar órdenes en lugar de recibirlas.
El asunto es no perder la perspectiva, no caer en la trampa de creer que el dinero o el éxito laboral podrán llenar de sentido nuestras vidas.
A propósito, esta historia ejemplifica el tema:
Una mujer regaba el jardín de su casa y vio a tres viejos con sus años de experiencia frente a su jardín. Ella no los conocía y les dijo:
- No creo conocerlos, pero deben tener hambre. Por favor, entren a mi casa para que coman algo. Ellos preguntaron:
-¿Está el hombre de la casa?
-No. - respondió ella- No está.
-Entonces no podemos entrar, dijeron ellos.
Al atardecer, cuando el marido llegó, ella le contó lo sucedido.
-¡Entonces diles que ya llegué e invítalos a pasar!
La mujer salió a invitar a los hombres a pasar a su casa.
-No podemos entrar a una casa los tres juntos, explicaron los viejitos.
-¿Por qué? - quiso saber ella.
Uno de los hombres apuntó hacia otro de sus amigos y explicó:
- Su nombre es Riqueza.
Luego indicó hacia el otro.
- Su nombre es Éxito. Y yo me llamo Amor.
Ahora ve adentro y decide con tu marido a cuál de nosotros 3 desean invitar a vuestra casa.
La mujer entró a su casa y le contó a su marido lo que ellos le dijeron. El hombre se puso feliz:
-¡Qué bueno! Y ya que así es el asunto entonces invitemos a Riqueza, que entre y llene nuestra casa.
Su esposa no estuvo de acuerdo:
- Querido, ¿por qué no invitamos a Éxito?
La hija del matrimonio estaba escuchando desde la otra esquina de la casa y vino corriendo:
- ¿No sería mejor invitar a Amor? Nuestro hogar estaría entonces lleno de amor.
- Hagamos caso del consejo de nuestra hija, dijo el esposo a su mujer, ve afuera e invita a Amor a que sea nuestro huésped.
La esposa salió y les preguntó:
- ¿Cuál de ustedes es Amor? Por favor, que venga y que sea nuestro invitado.
Amor se paró de su silla y comenzó a avanzar hacia la casa. Los otros 2 también se levantaron y le siguieron. Sorprendida, la dama les preguntó a Riqueza y a Éxito:
- Yo invité sólo a Amor, ¿por qué Uds. también vienen?
Los viejos respondieron juntos: -
Si hubieras invitado a Riqueza o a Éxito, los otros 2 habrían permanecido afuera, pero ya que invitaste a Amor, donde vaya él, nosotros vamos con él.
Debemos tener presente que ni el dinero ni la fama tienen la capacidad de hacernos felices, de darnos plenitud. Haz que el amor habite en tu casa, que los problemas cotidianos no hagan que su presencia se disimule o desvanezca. ¡Deja que tu familia sepa cuánto la amas y déjate amar también!
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Etiquetas: éxito, familia, felicidad, frases motivación, reflexión
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