miércoles, enero 30, 2008

Reflexión:todo empieza y todo termina.

Todos los días amanece. Se iluminan las calles, van las personas de un lado para el otro, se mueven los coches, siguen madurando los frutos. Todos los días. El viento corre, las embarcaciones parten y llegan a los puertos, los ríos siguen su recorrido rumbo a la mar. Todos los días.


Todo empieza y todo termina también, no existe aquello en el mundo del hombre que no se vea afectado por el tiempo. Por eso es tan importante saber disfrutar de nuestros triunfos, saber valorar nuestra paz, nuestra dicha, así como entender que la angustia y el dolor también tienen su momento de terminar.

Esta historia ejemplifica muy bien de lo que estoy hablando:



El anillo del Rey



Hubo una vez un rey que le dijo a los sabios de la corte:

- Me estoy fabricando un precioso anillo. He conseguido uno de los mejores diamantes posibles. Quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total, y que ayude a mis herederos, y a los herederos de mis herederos, para siempre. Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa debajo del diamante.

Todos quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos; podrían haber escrito grandes tratados, pero darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudieran ayudar en momentos de desesperación total, les parecía una tarea casi imposible... Buscaron en sus libros, pero no podían encontrar nada.

El rey tenía un anciano sirviente que también había sido sirviente de su padre. La madre del rey murió pronto y este sirviente cuidó de él, por tanto, lo trataba como si fuera de la familia. El rey sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que también lo consultó. Y éste le dijo:

-No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje. Durante mi larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una ocasión me encontré con un místico. Era invitado de tu padre y yo estuve a su servicio.Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me dio este mensaje- el anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey-. Pero no lo leas-le dijo- mantenlo escondido en el anillo. Ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación-

Ese momento no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el reino.Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus enemigos lo perseguían.Estaba solo y los perseguidores eran numerosos. Llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida: enfrente había un precipicio y un profundo valle; caer por él sería el fin. Y no podía volver porque el enemigo le cerraba el camino. Ya podía escuchar el trotar de los caballos. No podía seguir hacia delante y no había ningún otro camino...

De repente, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso: Simplemente decía "ESTO TAMBIÉN PASARÁ". Mientras leía "esto también pasará" sintió que se cernía sobre él un gran silencio.Los enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían haberse equivocado de camino, pero lo cierto es que poco a poco dejó de escuchar el trote de los caballos.

El rey se sentía profundamente agradecido al sirviente y al místico desconocido.Aquellas palabras habían resultado milagrosas. Dobló el papel, volvió a ponerlo en el anillo, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino. Y el día que entraba de nuevo victorioso en la capital hubo una gran celebración con música, bailes...y él se sentía muy orgulloso de sí mismo.

El anciano estaba a su lado en el carro y le dijo:

-Este momento también es adecuado: vuelve a mirar el mensaje.

-¿Qué quieres decir? -preguntó el rey-. Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida.

-Escucha -dijo el anciano-: este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas;también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando estás derrotado;también es para cuando te sientes victorioso. No es sólo para cuando eres el último; también es para cuando eres el primero.

El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: "Esto también pasará", y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba, pero el orgullo, el ego, había desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Se había iluminado. Entonces el anciano le dijo:

-Recuerda que todo pasa. Ninguna cosa ni ninguna emoción son permanentes.




El universo está fluyendo,recuerda que no existe cosa o emoción que dure eternamente, no dejes que el súper ego producto del éxito te ciegue y te aparte del verdadero sentido de tu vida, porque tu felicidad tarde o temprano cederá el paso a emociones menos agradables.

Y tampoco creas que la tristeza se quedará estancada en tus adentros,aún cuando el tiempo de tu dolor sea prolongado, esfruérzate por seguir con el ritmo de tu vida para que una nueva experiencia te ayude a dejar atrás la pena.

Serás feliz en ciertas circunstancias y experimentarás el dolor también, es parte de la naturaleza dual de la naturaleza.Aprende a aceptarlo y continúa, nunca creas que no tienes más por vivir. No olvides que todo pasará.
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