domingo, abril 23, 2006

Al otro lado del muro

Vivimos en una sociedad en la que se nos ha enseñado desde diferentes ángulos que debemos buscar siempre la ley del mínimo esfuerzo, el camino mas corto, el más sencillo, el que nos lleve antes a donde queremos.

Es cierto que toda meta se pone para conseguirla, y que si para alcanzarla tenemos varias alternativas, no tiene mucha justificación convertirnos en mártires y optar por aquella que suponga dificultades y sufrimientos si al final el resultado es el mismo. Pero créeme, esta enseñanza esconde algo mucho más peligroso, ya que crea un sedimento tremendamente venenoso, pues estaremos edificando unos pilares que sustentarán nuestros principios y que nos dañarán más tarde, ya que estaremos creando nuestra concepción del mundo sobre unos cimientos erróneos, y voy a explicarme.

El epicentro de todo esto está no en que consigamos antes nuestros objetivos, sean estos los que sean, sino que habremos aprendido que en cuanto encontremos una dificultad en cualquier área de nuestra vida, rápidamente deberemos buscar una alternativa para evitarla en vez de valorar el obstáculo y buscar soluciones para superarlo. El daño no es otro que la debilidad que nos crea esa forma de pensar, pues si hay algo indiscutible, es que cada dificultad que superamos nos hace mejores, más fuertes, más hábiles, y nos capacita para superar otras dificultades mayores, y cada vez que abandonamos, somos mas débiles y estamos menos preparados para afrontar la próxima, independientemente de lo grande o pequeña que ésta sea.

Cuando aprendimos las letras y a reconocerlas escritas fue todo un esfuerzo, pues aprender a decir "a, e, i, o, u" no fue muy complicado, sin embargo combinar las consonantes con las vocales, eso si que era difícil, y por fin decir "la, ma, pa, re, fi,..." resulto ser un gran esfuerzo, aunque vinieron dificultades mayores y cuando tuvimos que aprender a decir combinaciones de letras como "trans" o similares, eso si que parecía imposible de conseguir. Sin embargo lo conseguimos y lo superamos y eso nos abrió la posibilidad de leer palabras enteras, y luego a comprender lo que decían, y luego frases, y luego párrafos, y luego libros. ...

Primero aprendimos los números, luego entendimos lo que representaban, y aprendimos que dos caramelos y dos caramelos son cuatro caramelos, y así entendimos como se sumaba. Después aprendimos que si tenemos cuatro caramelos y nos quitaban tres, solo nos quedaba uno, y eso además de una enseñanza fue doloroso pensarlo, pero aprendimos a restar. De esta forma vinieron las multiplicaciones como una repetición de sumas, y luego las divisiones. Más tarde aprendimos a formular ecuaciones, de una, de dos e incluso de tres incógnitas, luego raíces cuadradas, derivadas, integrales, logaritmos, matrices, y cuantas cosas más.

Dice una frase que me encanta que "El disfraz preferido de la oportunidad, es la dificultad", y si lo pensamos es muy cierto, pues cada muro que aparece en nuestro camino, nos abre oportunidades inmensas que nunca antes hubiéramos imaginado: oportunidades de entender, de aprender, de ser, de vivir, de ver, de pensar, de alcanzar, pero que solo se ven una vez pasado el muro, siempre están al otro lado, y solo podremos conocerlas si somos capaces de llegar hasta allí.

Desde aquí, os animo a nunca os rindáis ante una dificultad; nunca giréis el cuello buscando el camino fácil, no, mirarla a los ojos con valentía y decisión y buscar su lugar más débil, que siempre existe. No olvidéis el dicho: "Cuando el camino de vuelve duro, los "duros" se mantienen en el camino", así que mantener a la vista vuestras metas y buscar la solución a esas dificultades. No hay nada imposible, solo hay cosas que no se han intentado lo suficiente.

Y cuando las energías flaqueen, y las dificultades parezcan insalvables, recordar que tenéis unos sueños dormidos en vuestro corazón y que los sueños sólo existen para que alguien se atreva a hacerlos realidad.

Hasta pronto
Os deseo muchos éxitos en la vida.

Antonio Domingo
www.antoniodomingo.com