lunes, junio 26, 2006

Reflexión nº 2: "Quien tiene fe en el futuro, tiene fuerza en el presente"

"Quien tiene fe en el futuro,

tiene fuerza en el presente"

Esta frase ha añadido tanta energía y seguridad en momentos claves en mi vida que jamás podré olvidarla. La vida tiene altibajos, incluso situaciones difíciles y duras en las que no sale nada, y cualquier cosa que hagamos acaba en desastre, sin embargo si nuestra fe en que lo que estamos haciendo es correcto, nuestra firme creencia en que antes o después todo acabará saliendo bien, puede darnos una energía que nos saque de esa situación momentánea y mantenernos motivados aun a pesar de que toda vaya rematadamente mal.

Al tener fe en lo que vendrá, pero fe real, no estoy hablando de esperanza de que todo mejore, sino de convencimiento firme de que más allá de lo que hoy ocurra hay un tiempo futuro en el que el éxito ha llegado y nos hemos convertido en verdaderos triunfadores, pues esa fe, nos pone las baterías interiores al 100% sin posibilidad de descarga pase lo que pase.

Hay que decidir lo que hacemos en la vida, pero una vez hecha esta decisión hay que mantener la fe completa en que estamos en el camino correcto y que nada va interponerse en nuestro camino hasta llegar al éxito, y que conocedores de que el camino no será fácil, esas dificultades sólo nos confirman que vamos en la dirección correcta y que pronto podremos reírnos de todas ellas desde la cima de nuestro triunfo mirando la colina que hemos recorrido para llegar hasta allí.

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domingo, junio 18, 2006

Una historia China

Se cuenta que allá para el año 250 a.C., en la China antigua, un príncipe de la región norte del país estaba por ser coronado emperador, pero de acuerdo con la ley, él debía casarse.

Sabiendo esto, él decidió hacer una competencia entre las muchachas de la corte para ver quién sería digna de su propuesta. Al día siguiente, el príncipe anunció que recibiría en una celebración especial a todas las pretendientes y lanzaría un desafío.

Una anciana que servía en el palacio hacía muchos años, escuchó los comentarios sobre los preparativos. Sintió una leve tristeza porque sabía que su joven hija tenía un sentimiento profundo de amor por el príncipe.

Al llegar a la casa y contar los hechos a la joven, se asombró al saber que ella quería ir a la celebración. Sin poder creerlo le preguntó:
- ¿Hija mía, que vas a hacer allá? Todas las muchachas más bellas y ricas de la corte estarán allí. Sácate esa idea insensata de la cabeza. Sé que debes estar sufriendo, pero no hagas que el sufrimiento se vuelva locura. Y la hija respondió:

- No, querida madre, no estoy sufriendo y tampoco estoy loca. Yo sé que jamás seré escogida, pero es mi oportunidad de estar por lo menos por algunos momentos cerca del príncipe. Esto me hará feliz."

Por la noche la joven llegó al palacio. Allí estaban todas las muchachas más bellas, con las más bellas ropas, con las más bellas joyas y con las más determinadas intenciones.

Entonces, finalmente, el príncipe anunció el desafío:
- Daré a cada una de ustedes una semilla. Aquella que me traiga la flor más bella dentro de seis meses será escogida por mí, esposa y futura emperatriz de China.

La propuesta del príncipe seguía las tradiciones de aquel pueblo, que valoraba mucho la especialidad de cultivar algo, sean costumbres, amistades, relaciones, etc.

El tiempo pasó y la dulce joven, como no tenía mucha habilidad en las artes de la jardinería, cuidaba con mucha paciencia y ternura de su semilla, pues sabía que si la belleza de la flor surgía como su amor, no tendría que preocuparse con el resultado.

Pasaron tres meses y nada brotó. La joven intentó todos los métodos que conocía pero nada había nacido. Día tras día veía más lejos su sueño, pero su amor era más profundo.

Por fín, pasaron los seis meses y nada había brotado. Consciente de su esfuerzo y dedicación la muchacha le comunicó a su madre que sin importar las circunstancias ella regresaría al palacio en la fecha y hora acordadas, sólo para estar cerca del príncipe por unos momentos.

En la hora señalada estaba allí, con su vaso vacío. Todas las otras pretendientes tenían una flor, cada una más bella que la otra, de las más variadas formas y colores.

Ella estaba admirada. Nunca había visto una escena tan bella. Finalmente, llegó el momento esperado y el príncipe observó a cada una de las pretendientes con mucho cuidado y atención. Después de pasar por todas, una a una, anunció su resultado.

Aquella bella joven – la del vaso vacío - sería su futura esposa. Todos los presentes tuvieron las más inesperadas reacciones. Nadie entendía por qué él había escogido justamente a aquella que no había cultivado nada.

Entonces, con calma el príncipe explicó:
- Esta fue la única que cultivó la flor que la hizo digna de convertirse en emperatriz: la flor de la honestidad. Todas las semillas que entregué eran estériles.

* Si para vencer, estuviera en juego tu Honestidad, entonces pierde. Así, serás siempre un Vencedor.

miércoles, junio 14, 2006

EL ÁGUILA Y LOS POLLUELOS

Un hombre encontró un huevo de águila y lo puso en un nido que había en un corral de gallinas. El águila nació y se acostumbró a vivir entre polluelos pensando que era uno más y haciendo lo que ellos hacían. Picoteaba la tierra en busca de gusanos e insectos, aleteaba y conseguía volar unos pocos metros e incluso aprendió a cacarear.

Los años pasaron y el águila se hizo mayor. Un día vio un magnífico y enorme pàjaro volando por encima suyo surcando los aires de forma majestuosa dejándose llevar por las corrientes de aire sin apenas esfuerzo alguno. La vieja águila lo miraba con gran admiración. "¿Qué es eso?" preguntó. "Eso es un águila, el rey de todos los pájaros" le dijo el pollo que estaba junto a ella. "Pertenece al cielo, nosotros en cambio, pertenecemos a la tierra, somos pollos."
Así que el águila vivió y murió como un pollo, porque eso es lo que creyó que era.


- Anthony de Mello -

de su libro "Sopa de Pollo para el Alma"

lunes, junio 05, 2006

El potencial ilimitado del ser humano

"Sabemos lo que somos,

pero no lo que podemos llegar a ser."

W. Shakespeare


Esta cita me reaviva un tema con el que vengo luchando desde hace muchos años. La mayoría de nosotros crecemos mientras vamos realizando unos estudios, desarrollando un carácter y arraigando unos valores sobre los que basaremos el resto de nuestra vida, sin embargo, en un momento dado de ese desarrollo, llegamos a la convicción que ya hemos llegado a algún sitio, que el viaje ha terminado y que a partir de allí solo se trata de mantenerse pero que ya nada puede cambiar.

Como dice nuestro amigo Miguel Ángel Cornejo, al que leeremos en breve en este blog y al que admiro profundamente, entonces ya somos un producto terminado, y como no podemos mejorar, solo podemos empezar a pudrirnos, por tanto ¿por qué no meternos en el cajón y que entierren nuestro cerebro?.

La vida me ha demostrado, y hablo en primera persona que el rumbo se puede cambiar en cualquier momento, solo hay que estar decidido a hacerlo y tener el convencimiento de que pase lo que pase seguiremos adelante en ese cambio. A partir de ahí ya nada volverá a ser como antes y como dice Shakespeare en la cita, descubriremos que podemos ser mucho mas, hacer mucho más, ir mucho más lejos e incluso convertirnos en alguien que jamás imaginamos que podríamos.

El potencial humano es ilimitado, insisto, ilimitado, no hay nada imposible, si nos lo proponemos podemos cambiar cualquier aspecto de nuestras vidas o alcanzar cualquier logro que pensábamos era solo para unos elegidos.