Mi amiga Mariana me comentó la otra tarde sobre la
falta de motivación en su vida, la lucha interna que vive por salir de su modorra y poner en práctica sus proyectos, la conozco de la universidad y me consta que
es muy talentosa.Ha probado muchas cosas, ha
leído textos de motivación, ha
mejorado su dieta, ha
dispuesto más horas para su sueño, pero aún así,
le falta motivación.
Un samurai tenía en su casa un ratón del que no llegaba a desembarazarse. Entonces adquirió un magnifico gato, robusto y valiente. Pero el ratón, más rápido, se burlaba de él.
Entonces el samurai tomo otro gato, malicioso y astuto. Pero el ratón desconfió de él y no daba señales de vida mas que cuando este dormía. Un monje Zen del templo vecino prestó entonces al samurai su gato: este tenía un aspecto mediocre, dormía todo el tiempo, indiferente a lo que le rodeaba. El samurai encogió los hombros, pero el monje insistió para que lo dejara en su casa.
El gato se pasó el día durmiendo y muy pronto el ratón se envalentonó de nuevo: pasaba y volvía a pasar por delante del gato, visiblemente indiferente. Pero un día, súbitamente, de un solo zarpazo, el gato lo atrapó y lo mató.
Mariana todo este tiempo
pensó que su problema era físico, por una operación que tuvo un año atrás, pero en realidad, lo que concluímos esa tarde mientras conversábamos es que, como indica la historia de los gatos del samurai,
lo más importante es la mente, que no se trata solo de lo físico,
un espíritu cuidado es mil veces preferible a un cuerpo fuerte.
Si hoy quieres ser feliz, depende de ti serlo, si hoy quieres seguir en tu tristeza, también depende de ti. Eres tú quien decide.
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